Dos estructuras de los antiguos mayas son encontradas y reconstruidas durante la construcción del paradero de Kohunlich, del Tramo 7, Frente 2, del Tren Maya
Los nuevos hallazgos realizados por el Proyecto de Salvamento Arqueológico del Tren Maya enriquecen los alrededores de las zonas arqueológicas descubiertas anteriormente. Además de la construcción de estaciones, derechos de vía y caminos de servicio, los trabajadores de la construcción del Tren Maya realizan otras obras complementarias, como caminos de acceso. Durante el trazado para el camino de acceso al paradero de Kohunlich, en el Tramo 7, Frente 2, fue ubicada en medio de la ruta una estructura en forma de L, que posiblemente perteneció al periodo clásico temprano.
El estudio arqueológico del descubrimiento fue llevado a cabo por el Dr. Manuel E. Pérez Rivas y su equipo. El Instituto Nacional de Antropología e Historia, el Centro INAH Quintana Roo, y personal de la Secretaría de la Defensa Nacional iniciaron la labor de salvamento arqueológico en el acceso al paradero de Kohunlich.
Cuando comenzó a realizarse la excavación, los arqueólogos ubicaron una esquina definida al sureste del monumento, por lo que se percataron que el asentamiento constaba de dos estructuras: un basamento cuadrado en la superficie y la construcción superior en forma de L. Debido al tamaño y a su ubicación, este monumento arqueológico se decidió conservar, por lo que se modificó el trazado original del camino de acceso. Tomando como punto de partida la esquina descubierta, y ante la presencia de muros continuos, la excavación se expandió en direcciones norte y este.
Dentro de la estructura en forma de L se hallaron los primeros materiales arqueológicos: cajetes de cerámica, un metate cocido, un metate con tres soportes y una figura antropomorfa. Estos objetos se hallaron a poca profundidad, por lo que los arqueólogos teorizan que fueron colocados como ofrenda después del abandono de la estructura.
Conforme la excavación continuaba, se reveló que la estructura superior poseía una banqueta, dos accesos, pisos estucados, tanto al interior como al exterior, y tres cuartos abovedados: dos cuartos que componen la parte sur, un tercer cuarto en el este. Respecto a los cuartos del sur, los arqueólogos se percataron que la estructura fue dividida por una pared para hacer la división de los dos cuartos. El muro sur de estos se encontraba derrumbado, solo hallaron hilada una esquina. La presencia de derrumbes provocó que los arqueólogos cambiaran su metodología y continuaran la excavación por capas. Gracias a ello se pudieron identificar y marcar los órdenes de caída.
En el cuarto del este se hallaron tres metates, varios cuellos de olla, una mano de metate fragmentada y la mano de un mortero. Los cuellos de olla fue un descubrimiento común durante la excavación de la estructura, lo que le sugiere a los arqueólogos que tal vez formaban parte de un ritual de sacralización durante el abandono de la estructura.
Con relación a la estructura inferior, en el límite norte se halló una escalinata que daba acceso al patio de la estructura superior. En la escalinata se encontró una ofrenda compuesta por cuatro manos de metate, cuchillos, navajas, dos fragmentos de metate y un pectoral. Este último material está grabado con una escena.
Cuando las estructuras quedaron completamente descubiertas, se dio comienzo a la realización de pozos de sondeo. Con ello localizaron una cista marcada con una piedra, esta cuenta con aproximadamente un metro de profundidad.
En el cuarto tres, el ubicado al este, los arqueólogos observaron lo que parecía la huella de una cista, sin embargo, resultó ser un entierro. Este fue excavado a profundidad y se recuperó la totalidad de los restos óseos de un adulto, el cual se hallaba acostado boca arriba.
El descubrimiento del monumento no solo trajo consigo una investigación a fondo del recinto, sino también una amenaza: la exposición a la lluvia comenzó a repercutir en la estructura. Parte de los muros comenzaron a derrumbarse. Para salvaguardar la integridad del yacimiento, se llevó a cabo una labor de consolidación.
El área fue limpiada y las piedras de excavación fueron retiradas. Las rocas de los muros que seguían firmes fueron dejadas en su lugar, mientras que las próximas a ser derrumbadas se retiraron para su posterior reintegración. En la reconstrucción se obtuvieron resultados destacados, como la recuperación de la altura máxima de la parte sur del basamento y la conservación de los estucos del muro interior. Estos últimos se humedecían con agua de cal para evitar que se separaran del muro original.
Las labores de reconstrucción supervisados por el INAH y el Centro INAH Quintana Roo, con apoyo de parte del personal de la SEDENA, aún continúan realizándose, con la intención de que estas magnificas edificaciones continúen maravillando a sus descendientes, a visitantes e investigadores de generaciones presentes y futuras.